lunes, 5 de marzo de 2012

Orientaciones en el ámbito escolar


Siempre que sea posible, los niños con discapacidad intelectual estarán integrados en el aula ordinaria junto con los demás compañeros/as. Para ello, tenemos que tener en cuenta una serie de aspectos y actitudes que ayudarán a que el niño deficiente sea tratado como un igual y viva en un clima de convivencia pacífica y agradable para él y los de su alrededor. No obstante, ello no implica ignorar las dificultades reales y objetivas que un niño con discapacidad intelectual presenta en el aula.


En primer lugar, cabe decir que el profesor es un modelo a imitar en el aula. Su actitud y forma de relacionarse con los alumnos con discapacidad será una pauta a imitar por el resto de los alumnos. Lo más importante es que el profesor mantenga interacciones individualizadas con todos los alumnos, evitando que las diferencias interfieran en el aula. Algunas de las pautas que debemos tener en cuenta y que creemos convenientes son:


  • Que al empezar la Educación Primaria los profesores expliquen al resto de compañeros lo qué le ocurre al compañero con discapacidad intelectual y sus características: una forma de hacerlo podría ser explicarles que al igual que hay compañeros que tienen dificultades para leer o leen más despacio, otros las tienen para sumar, etc. En este caso se les explica las dificultades que tiene para hacer amigos, interpretar las bromas, etc. (dependiendo de cuál sea la causa de su retraso mental).


  • Mantener viva su atención en clase: para que mantenga la atención en clase conviene sentar al niño en la primera fila y, con cierta frecuencia, hacerle preguntas sobre lo que se está explicando. Estos niños necesitan clases muy estructuradas con programas académicos muy individualizados y, sobre todo, van a necesitar un ambiente en el que se sientan competentes.





  • Tener especial cuidado en las clases de educación física. Los profesores deben explicar las normas y razonarlas, explicarle al alumno lo que se espera de él y lo que hay que hacer. Además Conviene utilizar frases cortas, concretas y, siempre que sea posible pedir a un compañero que haga una demostración, ya que la visualización de lo que se debe hacer les ayuda a entenderlo todo mejor.




  • Reforzarle las habilidades académicas en las que destacan y hacer que las pongan en práctica a través de actividades de grupo. Con esto se consigue que sus compañeros se den cuenta de que el niño destaca en muchas de las habilidades que para ellos son valiosas. De esta manera, se fomenta la aceptación y el reconocimiento por parte de los compañeros.

  • Facilitarle apoyo para relacionarse con otros niños. Es aconsejable que en los recreos se beneficien de cierto apoyo para favorecer la interacción con otros niños. Este apoyo puede ser un niño de su clase al que se le explica lo que puede hacer para ayudarle.


  • Una ubicación más próxima al profesor o a la fuente de información (vídeo, proyector, etc.) le ayudará a estar centrado en la dinámica de la clase, podrá ser partícipe de la misma y evitará que desarrolle conductas inapropiadas ante los primeros síntomas de aburrimiento.

  • La modalidad de la tarea en el aula. Las actividades que impliquen un trabajo cooperativo favorecerán relaciones interpersonales más positivas que aquellas que busquen un trabajo competitivo e individualista. En estas últimas, el niño con mayores dificultades siempre llevará las de perder. Sin embargo, en las tareas de grupo, puede responsabilizarse de aquellas funciones para las que esté más capacitado, posibilitando así las relaciones de colaboración entre iguales.



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